lunes, 1 de junio de 2020

MOZART INVISIBLE (Javier de la Iglesia)

El hall del Magnun era asombroso. Lujo y opulencia parecían definirlo. La recepcionista vino hacia mí y me preguntó el nombre para confirmar que estaba en la lista de invitados.

- Valentina Greesly, de Marylin Monroe.

Así me había dicho mi viejo amigo Reinaldo que me presentase. Con mi nombre y el de la cantante que eligiese. De esa manera se registraban todos los invitados. La recepcionista anotó y me condujo al gran salón del hotel donde se celebraba la fiesta. Abrió la puerta y me hizo pasar deseando que disfrutase de la velada.

¡Qué maravilla! Siempre me habían gustado las fiestas temáticas y Reinaldo siempre hacia una el día de su cumpleaños. Este año la temática elegida era cantantes o personajes relacionados con el mundo musical. Desde la puerta vi a un montón de gente caracterizada. ¡Anda! también había venido el presidente, como Sinatra. Era íntimo amigo del cumpleañero.

Bob Marley, Tina Turner, Celine Dion, The Weekend con su característico pelo, Marilyn Manson con su ojo blanco, Dita von Tees…. Y como no, el anfitrión vestido de su favorito: Elvis. No podía ser de otra manera. Todo un clásico. Todos mis amigos estaban bajo esos personajes, pero mi atención la cautivó un hombre de mediana edad, el único que se había decantado por la música clásica. No lo conocía, pero su caracterización de Wolfgang Amadeus Mozart era impresionante. Me quedé embobada mirándolo mientras él me saludo caballerosamente con la cabeza al darse cuenta que mis ojos descansaban en él.

- ¿Quién es el que va de Mozart? – pregunte a Reinaldo después de abrazarlo y felicitarlo dándole mi regalo.

- No he visto a ningún Mozart – me contestó frunciendo el ceño.

Me giré para señalarlo, pero no estaba. Miré en todas direcciones entre la gente y nada.

- ¿Cómo no has podido verlo? Su disfraz es de lo mejor – le recriminé con si fuera obvio que tenía que haberse percatado.

- Valentina, acabas de llegar y ¿Ya te hizo daño el ponche? – me soltó riéndose mientras otro amigo lo arrastraba para saludar a su mujer.

Volví a mirar y no lo vi. Creo que estaba demasiado cansada, pero… ¿Tanto como para ver cosas que no existían?

Me dirigí a la mesa para servirme el ponche que no había tomado aunque Reinaldo pensase que sí. Cuando iba a coger la copa, una mano se interpuso a la mía. ¿Puntillas en la manga? Mire hacia su cara y ahí estaba el desconocido Mozart sirviéndome él mismo mientras me decía:

- Que tenga buena velada señorita. La fiesta va a ser… - hizo una pausa poniendo redoble de tambor en su voz y acabó diciendo - …interesante.

Se dio media vuelta y se alejó. No. No estaba tan cansada como creía. Me dirigí a mis amigos y le pregunté a Sharon, alias Dita von Tees aquella noche, si lo conocía:

- ¿Qué Mozart? – me preguntó como si estuviese loca.

- El que está ahí… - mi voz enmudeció mientras me giraba comprobando que había vuelto a desaparecer.

- Llevo aquí más de una hora y no he visto a ningún Mozart – aclaró mi amiga.

Necesitaba agua en la cara. Salí hacia el baño con paso apurado dudando de si mi mente estaba totalmente lúcida aquella noche. Entré en el aseo y me refresqué la cara convenciéndome de que no estaba viendo alucinaciones mientras tiraba el ponche por el lavabo. Respiré hondo y me miré al espejo diciéndome mentalmente “deja de sudar”. El sofocón me había provocado un calor excesivo.

Cuando salí ahí estaba. Me froté bien fuerte los ojos y seguía estando, pero lo que veían mis pupilas hizo desbocar mi corazón. El hombre vestido de Mozart sacaba una pistola de su levita y apuntaba al presidente de la nación. Antes de que pudiera soltar mi grito se oyó un disparo atronador que rebotó en el techo.

Todo el salón se unió en un grito y se convirtió en una jauría corriendo en todas direcciones apelotonándose la gente en las esquinas. La escolta del presidente actuó. ¡Tarde! Rodeó el cadáver y cerró todas las salidas. El caos era infinito.

Abrazada por mis nervios busque con la mirada, pero el desconocido Mozart había desaparecido de nuevo. Todos miraron hacia mí que me había quedado totalmente sola en medio del salón pues no había podido mover ni siquiera un pelo de mis pestañas.

En cuestión de minutos aquel imponente salón, con un cadáver tapado por un mantel, se llenó de policía que nos interrogaba. Les dije lo que había visto pero me tomaban un poco por loca porque nadie, absolutamente nadie, había visto aquel hombre en toda la noche. Solo yo parecía haberlo observado y solo llevaba allí vente minutos. Fue entonces cuando comprobaron en el registro de invitados. Efectivamente si había un Mozart en la lista, y resultaba ser, nada más y nada menos, que el director del hotel. Él también estaba invitado a la fiesta pues era amigo de Reinaldo.

- Pero no vino. Por lo menos aún no. Yo no lo vi por aquí – dijo el anfitrión – y si, estaba invitado. Pero ni me avisó que no vendría ni apareció.

Sacó el móvil y enseño una foto de él. Si, era el mismo que esa noche iba vestido del gran compositor, pero solo lo había visto yo. Para los demás parecía ser invisible.

Ante mi histeria, la policía lo llamó a su casa. Todos los presentes estábamos atentos a la conversación, rodeando al agente que estaba al teléfono

- Si. ¿Está segura?... ¿A qué hora?... comprendo… ¿Pero estaba invitado a la fiesta no?... bien... ¿Y el disfraz está en su casa?... ¿Cómo?... ¿Está completamente segura de lo que me está diciendo? Entiendo. Perdone las molestias señora. Comprenda que era totalmente necesaria esta llamada. Buenas noches.

El policía colgó mirándonos con la cara un poco descompuesta. Todos estábamos atentos y ansiosos por una explicación pues solo habíamos podido oír al agente, pero no lo que a él le decían a través del teléfono.

- El director del hotel ha muerto hace tres hora y cuarto en su casa cuando se disponía a salir para la fiesta. Acaban de certificarlo. En el momento de la muerte vestía el disfraz de Mozart. Aún lo lleva puesto.

2 comentarios:

  1. Muy buen relato Javier. Me encanta el desenlace. 👏👏👏

    ResponderEliminar
  2. Gracias. Me gusta a veces dejar esos finales inciertos y abiertos en los que cada uno piense en un sospechoso distinto, varias alternativas o enigmas para resolver el misterio. Gracias😊

    ResponderEliminar