lunes, 2 de marzo de 2020

EL MURO (Javier de la Iglesia)

Piedras y más piedras ancladas con miles de lágrimas y malos ratos lo construyen. De eso está formado el muro tras el cual queda todo lo que hacía que mi vida no fuese plena. El muro. Mi muro.

Hubo un tiempo en que sentía la necesidad de entender, de comprender el por qué. Era algo que no cabía en mi mente feliz y dicharachera, una mente a la que la mayoría de la gente trataba de frustrar con su escasez de miras. Durante años lo había tratado de comprender, había tratado de cambiar. Pero me negaba ante la determinación de que no estaba haciendo nada malo. No sé porque la gente trababa de hacerme entender con sus habladurías lo contrario. ¿Por qué la sociedad tiene tanto miedo a lo distinto? Esa era la conclusión a la que llegaba tras miles de horas de reclusión en mi cama, intentando entender por qué todo el mundo me daba de lado. Cierto que mi apariencia no era la políticamente correcta ni la normal a ojos de todo el mundo, pero, ¿Qué es normal y qué no? Todo es tan relativo. Sentía la necesidad de ser aceptado pero cada vez que salía a la calle la gente apartaba de acera como si yo fuese peligroso, oyendo todo tipo de críticas. Y no solo de mi apariencia sino también de mi yo interior que nadie se molestaba en conocer, pero todos lo juzgaban como si lo hicieran. Justo el día que salí de casa como “normal” (para mi disfrazado) pasaba desapercibido y los demás transeúntes no se apartaban para no cruzarse conmigo. Y ese, aunque fuera la situación buscada, fue el día más triste de mi vida.

Mi muro. Muchos fueron los años que me costó decidirme a construirlo. Hubo momentos en los que las ansias del albañil estaban estancadas, días y días soportando todo lo malo que pueden albergar las personas y la crueldad que la gente puede acumular. Si eres blanco porque eres muy claro y si eres negro porque eres muy oscuro. Maldito problema el de una sociedad que se fija más en lo de afuera que en lo de adentro, viendo en las vidas ajenas un blanco en el que arrojar las piedras que en su casa estorban.

Una buena persona me dijo antes de morir: “Visualiza un paraguas y que todo resbale” Pero es muy complicado que la tela de un paraguas contenga las pedradas que la gente puede soltar por sus viperinas bocas. Están hechos para la lluvia y ojalá quedase en unas finas gotas de agua lo que las personas arrojan de dentro sin saber el daño que hacen.

Fue un tiempo muy grande el que me recluía en mi hogareña guarida y las pocas veces que salía volvía con los bolsillos llenos de piedras que se acumulaban día tras día, sin poder vaciarlos. Pero una buena mañana quise salir de casa. Me pesaban demasiado los pantalones. Eran demasiadas las piedras que cargaban ya mis bolsillos, y en un acto de valor, rompí el botón y dejé que mis piernas quedaran al descubierto cayéndose al suelo todo el peso que cargaba. Con el impacto, las piedras se esparcieron por todo el piso. Me sentí totalmente liberado y en ese momento mi albañil se puso a trabajar. Esa misma mañana construí un muro, alto y muy sólido. A mi lado se llama felicidad y al otro… ni siquiera me molesté en buscarle nombre.

Desde ese bendito día voy por mi lado del muro, de mi muro, con la autoestima bien alta, sin preocuparme por las piedras que me lancen desde el otro lado. Todas ellas rebotan en mi sólida armadura invisible. Y soy feliz. Lo grito. ¡SOY FELIZ! Oigo los impactos, pero ninguno llega a mí.

Quedan en la otra parte de mi maravilloso muro. Y solo dejo pasar a los elegidos, las personas que me hacen sentir bien y a todos los que se sientan como yo me sentía antes. Soy inmensamente dichoso y lo mejor de todo, es que a este lado, no hay necesidad de llevar paraguas.

Y tú ¿Quieres venir a este lado del muro?

1 comentario:

  1. Cualquier relato que atreva con la palabra muro tiene una enorme carga simbólica. Este que nos ocupa escribe sobre los muros invisibles de alma y sobre los sólidos muros del cuerpo.Construye para protegerse pero al mismo tiempo se aisla.Ojalá el protagonista de esta historia se tome su tiempo para salir y compartir. Nadie se merece vivir detrás de un muro.👏👏

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