lunes, 15 de octubre de 2018

PROMOCIÓN DE LIBROS (María Jesús Iglesias)

Como xa sabedes entre os nosos compoñentes contamos coa denominada "Christian Grey" galega. Aquí vos deixo unha mostra da súa obra.
Es se queredes quentar este outono que xa  comeza arrefirar, xa o sabedes, atrevédevos cun dos seus libros. ;)

FUERA DE JUEGO.
El desahogo de Alba después de aquel partido, en el que había insultado al árbitro a placer, no tenía comparación con la vergüenza que empezaba a sentir y más cuando descubrió que David sería el nuevo técnico de prevención de riesgos y abogado de la asesoría en la que ella trabaja en Santiago de Compostela. Lo que está claro es que él no ha llegado en son de paz precisamente, cuando ha comprobado que era la misma niñata del campo de fútbol.
Este hombre es un ligón empedernido que no está dispuesto a atarse a nadie, aunque las cosas siempre pueden cambiar si te encuentras con alguien más terco que tú, dispuesto a fastidiar lo que sea necesario.
Después de numerosas discusiones por temas de trabajo, que han llevado a su jefe a preocuparse por su relación, este los enviará a Suiza en un viaje de negocios, allí quizás él le cuente ese secreto que tanto lo atormenta y por lo que muchos de sus amigos le han dado la espalda, y hace que por veces tenga ese humor de perros. También podrás descubrir lo bonito que es este país y su sabrosa gastronomía, así como la vida de los numerosos emigrantes que allí viven. Si te intriga su historia también descubrirás con ellos esos amaneceres que tanto le gustan a David y por qué ha aprendido a valorar tanto esas pequeñas cosas que nos da la vida.
Y ese local que es frecuentado por Yago el fiscal y Valeria la policía. Todos hablan de él y nadie sabe quiénes son los dueños, otra grata sorpresa.
En este libro descubrirás los amoríos de los protagonistas y sus amigos, un caso de acoso escolar y otro de violencia de género por parte de la compañera de trabajo de Alba, así como bonitos amaneceres que dan nombre a esta saga

EL IMBÉCIL DE MI HERMANASTRO
El amor es muy caprichoso, y por mucho que escapemos de algunas personas, si tiene que ser, será.
Andrés es la nueva pareja de mi madre, un hombre como Dios manda, el sueño de cualquier mujer, al menos eso ha dicho ella y no se ha equivocado.
Él me había contado cómo era su hijo, porque tenía un sexto sentido y ya veía cosas que nosotros solo nos tomamos como un juego. Óscar como mujeriego y ligón no tenía competencia, eso era de dominio público, su padre me advirtió que me anduviese con mucho cuidado con él, pues sabía que yo no era de esa clase de chicas que él buscaba. Pero a mí también me gustó jugar a “calentarnos mutuamente” con palabras, roces y algunos besos de los considerados de “amigos”.
Porque él es guapo y la tentación fue enorme, como para no caer en ella. Pero a la vez se convirtió en un poco imbécil, porque de llevarnos muy bien pasamos al término de que mi hermanísimo empezó a amargarme la vida y ese Óscar educado, adulador, elegante, siempre con esa sonrisa y la palabra adecuada, muy bueno en su trabajo como abogado, y en muchas otras cosas que podéis imaginaros. Pasó a convertirse en el mismísimo demonio escapado del infierno, sacando de quicio a toda la familia.
A él se le vino grande lo de tener dos hermanas así de repente, con Catia se llevaba genial, porque ella estaba con Lucas y no le llamó la atención, pero conmigo pronto cambió la cosa, yo le hice la puñeta “inconscientemente” en dos ocasiones y la pelota vino de rebote. Porque el niño estaba acostumbrado a ser el ojito derecho del abuelo Fernando y al viejo lo de que su hijo rehiciese su vida tras quedarse viudo, no le gustó mucho, y a Óscar tampoco. Que otra mujer ocupase el sito de su madre, lo entusiasmaba e indignaba a partes iguales.
Lo que más odiaba, era tener que soportar las bromas que los chicos de la fábrica de conservas, esa de la que su padre era propietario en Villagarcía de Arosa, o lo bien que me llevaba con sus amigos de esa localidad. Y menos cómo su padre me trataba igual que si fuese su verdadera hija.
A este hombre lo de compartir “no le mola”, aunque otras cosas sí que las había compartido, como por ejemplo, mujeres en el Dragón de Oro, porque esas eran un número más sin importancia. Su comportamiento imbécil y gilipollas empezó cuando vio que yo podía gustarle a otros hombres y lo demostró amargándole la vida a su padre, abuelo y a mí, haciendo que nuestros enfados afectasen a toda la familia.
La cosa fue a peor, cuando Andrés nos mando a los dos a esa feria de Alimentación a Nápoles. Óscar no se cortó un pelo en demostrar su fastidio con mi presencia y eso me dolió un huevo. Él sabía lo que podía pasar con Enzo Romano y Piero Mancini, en esas fiestas a las que teníamos que acudir, ya que estos dos empresarios italianos, eran el mismo tipo de hombre que era él y mi hermanastro seguía sin querer compartir nada que “le perteneciese”.
Si queréis reíros con nuestras discusiones, que nos han llevado hasta el límite en numerosas ocasiones, porque la paciencia que he tenido con él se merece un premio, este libro puede alegraros el dí

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