miércoles, 12 de febrero de 2020

CONTENCIÓN (Javier de la Iglesia)

Me he liado demasiado haciendo la compra. Cada día que voy a la plaza hablo más de lo que compro. ¡¡¡¡Ay, no!!!! se me olvidó de coger el brandy para hacer la salsa del pavo. Bueno es igual. Estoy llegando ya al piso no doy vuelta. Paro en el bar de abajo y malo será que Anita no tenga una botella de Coñac. Josefina ¡por dios! Es un bar. ¿Cómo no va a tener? Compro allí la botella y ya está. Solucionado. Por los clavos de Cristo, menos mal que no pienso en alto sino la gente alucinaría oyendo mis razonamientos conmigo misma mientras voy por la calle. Venga Josefina, apura que un poco el paso, porque conociéndome seguro que entro en el bar y tardo vente minutos para comprar el licor. Ay, si se pudiera dejar la lengua en casa, mucho tiempo ahorraría en mi vida.
Ya está, ya llegué. ¡madre mía! ¿La puerta de este bar pesa más cada día? Mira que cuesta abrirla. Aunque pensándolo bien también puede ser la edad. Mis años superan a los de la puerta. Por fin abierta, no sin esfuerzo:

- Hola Anit...

¿Qué hace él ahí? Solo verlo me quedo helada. La sonrisa de mi cara se borra y mis ojos se entornan, endureciendo la expresión, cuando él vuelve la cara para ver quién entra. ¡Dios! La rabia me invade. Mis más oscuros e ilegales instintos afloran en mí. En ese momento desearía pedirle un cuchillo a Anita y darle rienda suelta a todo el odio que llevo dentro gracias a él.

¡Por todos los santos Josefina! ¿Qué es lo que estás pensando? Borra esos pensamientos ya. ¿Qué quieres? ¿Convertirte en una asesina como lo es él?

El verlo me hace retroceder en el tiempo. A aquel fatídico día hace ya bastantes años en que sucedió lo peor. Y no tantos años. Este…. indeseable personaje estaría pudriéndose en la cárcel aun hoy si ese maldito cura no hubiese intercedido por él ni hubiese manejado los chantajistas y monetarios hilos para sacarlo de la cárcel valiéndose de importantes influencias. Mi hermano no había tenido una segunda oportunidad cuando este…. bárbaro llegó a junto a él, le pegó la escopeta de caza a la cabeza y le disparó a quemarropa. Y todo por unas discusiones sobre unas fincas. Cierto que nunca habían sido amigos precisamente, pero para llegar a ese extremo no era la cosa.

A la cabeza me vinieron mil imágenes de aquel día. Nervios, horror, incertidumbre, las imágenes del cuerpo sin vida de mi hermano después de…. no quiero ni nombrar lo que ese hombre le hizo. ¡Madre mía! Lo había asesinado a sangre fría. No me podía creer que aquello pasase cuando me avisaron de lo sucedido. Habían pasado los años, pero la herida no había cicatrizado. Se aprende a vivir con ello, pero nunca se olvida. Y menos cuando se trata de cosas así.

Ahí está, sosteniéndome la mirada, de forma burlona incluso. Aunque puede que yo lo vea de esa manera y no sea así. No soy objetiva. ¿Cómo puede tener la poca vergüenza de llevar la cabeza alta por la calle? Y más aún cuando está en frente de mí. Mi rabia se está mezclando con el odio y me está subiendo de los pies a la cabeza pasando por mi estómago y revolviéndolo. ¿O será la sola visión de este ser indeseable lo que me provoca revoltura en mis entrañas? Aprieto mis manos con la rabia. Mis dientes hacen lo mismo unos contra otros. Creo que se pueden oír apretándose desde el mostrador del bar. Inhalo una bocanada de aire a través de mis fosas nasales y la suelto por la boca. Mi instinto me dice que por lo menos le cruce la cara un par de veces después de escupirle en ella. Pero me sereno y me armo de valor mientras cuento hasta diez. Avanzo lentamente al mostrador y decido ignorarlo. Yo no voy a caer en la tentación como para rebajarme y perder los nervios. Abro mis labios para pedirle a Anita lo que necesito, pero oí la asquerosa voz de él que impidió que yo empezase a hablar.

- Ponle algo a la señora que la invito yo – dijo él.

¡¡¿Qué?!! ¿Cómo? ¿He oído bien? No me lo puedo creer ¿Cómo se atreve? Esta hurgando en mi cicatriz, que vuelve a convertirse en herida sangrante en ese mismo momento. En mi mente le lanzo un grito tan fuerte delante de su cara que le vuelan los pocos pelos que le quedan en la cabeza seguidos por los de aquel ridículo bigote. Mis uñas rayan el mostrador, dejando los arañazos marcados en él.

Me controlo.

Mucho.

Yo no soy como él ni quiero convertirme en un ser tan despreciable. ¿De qué sirve que cometa una locura si mi hermano no va a volver y ese… indeseable… no merece que arruine mi vida por él?
“Yo no soy como él, yo no soy como él” me repito. “Ni quiero serlo”

- Yo no tomo nada de manos de asesinos – mi voz sonó más dura que nunca con la vista fija hacia el frente, evitando mirarlo.

Y no contento con eso aún se atreve a volver a abrir la boca:

- Bueno mujer. Hay que aprender a dejar las cosas atrás y tener paciencia. Lo peor fue lo mío que tuve que ir a la cárcel y no lo pase bien.

Pero…. ¿Cómo podía…? Aún por encima ¿tenía que aguantar la provocación de que se posicionase como la victima de la historia? ¡Uy! Esto se está convirtiendo en algo inaguantable. Josefina, tómate una buena ración de aguante y autocontrol. Calma todos esos pensamientos y nervios. No merece la pena. No te ensucies con un ser tan despreciable.

“Yo no soy como él” “Yo no soy como él” “Ni quiero serlo”

Vuelvo la cabeza y lo miro a los ojos con la expresión más dura que consigo transmitir:

- Usted lo que merece es que le peguen un tiro en la cabeza, pero no paga ni el cartucho – consigo decirle, es mi rabia la que está hablando.

Doy media vuelta y salgo del bar. Es inevitable que a la cabeza se me vengan imágenes de mi hermano y una lágrima resbala por mi mejilla. Pero me voy orgullosa de mi misma. No vale la pena entrarle al juego a una persona tan indeseable. Yo no soy una asesina como lo es él. Mis valores lo superan con creces y tampoco ganaría nada con cometer una locura. No quiero volverme igual que ese… innombrable. “Yo no soy como él” “Yo no soy como él” “Ni quiero serlo”

La vida ha de seguir y mi reciente herida sangrante vuelve a convertirse en cicatriz una vez salgo por la puerta del bar.

4 comentarios:

  1. É incrible coma vas lendo e sentindo a rabia desta señora.

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  2. Josefin es un personaje curioso, dual. Una mujer que reconoce su incontinencia verbal pero al mismo tiempo lucha por permanecer en silencio ante las provocaciones de un hombre al que odia. Se refugia en una frase que se repite a si misma“ yo no soy como el” evitando así ese pensamiento visceral que nos lleva a responder el daño con daño. Acierta Josefina al desentenderse del rencor y dejar atrás a quien la hirió.

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  3. Gracias por vuestros comentatios y he de decir que me gustaria dedicar este relato a mi bistia Josefina (allá en donde esté) en quien esta inspirado. Gracias

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  4. Dedicado queda Javier, seguro que allí donde esté se sentirá orgullosa de ti. 😘😘

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