martes, 6 de agosto de 2019

TRANSPARENTE (Javier de la Iglesia)

Hace once días ya y aún no encuentro la explicación. ¿Qué me ha pasado? No lo sé. Ojala pudiera decíos algo. Aquí me encuentro delante del cartel con mi foto en el que pone la palabra “Desaparecido” Desde entonces mi vida se hundió en la miseria. Sobrevivo en esta existencia vacía en la que nadie me ve. La gente pasa por mi lado y no se percatan de mi presencia. Me he vuelto peor que un vagabundo. Por lo menos a ellos hay gente que les da los buenos días. A mí ni eso. De un momento para otro me he vuelto invisible. No quiero recordar cuando hace once días me miré frente al espejo y la imagen que me devolvió me heló la sangre: nada. Y no encuentro la explicación. Me pase dos horas chillando delante de aquel espejo, pero nadie puede oírme tampoco. La gente me busca desesperada y yo estoy entre ellos. Es angustioso. Desesperante. Estoy desnudo. Todo lo que me pongo encima para taparme se convierte en nada, como si se volatilizara sin dejar rastro volviéndose tan invisible como yo. Pero a fin de cuentas qué más da ir desnudo por ahí cuando nadie te ve. Ni a mi casa puedo ir. Mi familia pensaba que había fantasmas cuando yo cogía algo entre mis manos y se volvía invisible. Para ellos las cosas desaparecían sin explicación aparente. Ahora vivo por las calles. Durmiendo en portales en los que me cuelo o en cualquier esquina cubierta, y me alimento de cosas que robo en las tiendas y supermercados. Una existencia estéril en la que nadie me reconoce. Es triste y desgarrador ir por el mundo como si no existieses, sin que nadie note que estas. Y más desesperante es ver carteles colgados por toda la ciudad donde se anuncia que se me busca.
Sigo sin saber lo que me pasó. Lo único que sé es que me volví invisible. No sé en qué momento ni lugar. Ahora ni se cómo soy. No sé si tengo los ojos demacrados o la nariz roja del frío. Por más que me pongo delante de las cristaleras o espejos no consigo verme reflejado. Será muy triste en el momento que no recuerde ni como era mi cara.

Y aquí sigo. Llevo diez minutos frente al cartel, mi cartel, sin saber qué hacer. Resignado. Si, hoy me resigne a que esto no va a cambiar. Seré un desaparecido de por vida. ¡Vida! ¿Qué vida? Una vida solitaria y transparente. Pero de repente algo hizo que mi corazón albergase una esperanza utópica:
- Eres nuevo – dijo alguien a mis espaldas
¿Qué? ¡Alguien me ve! Y me giré lleno de alegría preguntando:
- ¿Puedes verme?
Ahí estaba un señor de mediana edad, desnudo también.
- Si – contestó – hay más como nosotros – completó la respuesta
Me agarró de la mano y tiró de mí guiándome en el camino. Avanzamos unas calles y de lejos vi a una señora desnuda que paseaba entre la gente con la mirada triste y perdida sin que nadie se percatara de su presencia, al igual que nos pasaba a mí y al señor que me guiaba, al que no me atrevía a preguntar nada. Al torcer la esquina entramos en las oficinas de la guardia civil. Se paró delante de un gran corcho lleno de anuncios y me hizo parar a mí también señalándome uno de los carteles del tablón. Enganchados con chinchetas había un montón de anuncios con fotos de personas acompañados de la palabra “Desaparecido/a”. Me fije en el cartel que me señalaba con su dedo. Como en todos los otros había una foto con la palabra anteriormente citada y una fecha de hacia veintitrés años. La imagen era la de un chico joven
pero que tenía las mismas facciones que el señor que me había llevado hasta allí. Era él veintitrés años atrás.
- Pronto tú también formaras parte de este tablón de anuncios – me dijo mirándome tristemente a los ojos.
Y en ese mismo instante un operario de la guardia civil se acercó y colgó el cartel con mi foto, la fecha de hacia once días y la palabra “Desaparecido” en la cabecera del folio.
Me costó tragar saliva y cuando logré hacerlo le pregunté:
- ¿Qué nos pasa?
A lo que él me contestó:
- No lo sé. Nadie lo sabe.

3 comentarios:

  1. Pelillo de punta, quiero que se continúe!!

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  2. Un relato angustioso, surrealista que a modo de metáfora reflexiona sobre uno de los grandes males de nuestros tiempos. La invisibilidad. La soledad del ser humano. Coincido con el primer comentario, deseando leer una continuación...

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  3. Muchas gracias!! Pensaré en esa continuación

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