lunes, 19 de noviembre de 2018

“Las vidas de Zoe” (Marcos de Manuel)

A los ojos del mundo Zoe tenía treintaidós años de edad, pero ella siempre había sentido su existencia como una amalgama de vidas distintas con sus pequeñas muertes incluidas.

La primera de ellas abarca desde su nacimiento hasta que vino al mundo su único hijo. Fue la muerte más dulce que haya podido imaginar; un final con sonrisa en los labios. Había tenido una infancia feliz. Desde que finalizó su adolescencia había sentido la necesidad de ser madre; tenía la sensación de haber nacido para ello. Por lo que, en cuanto tuvo ocasión y seleccionó al hombre adecuado, encaminó su vida hacia la maternidad. Desde que despertó su instinto maternal sabía que sería madre soltera; no quería a alguien con el que tener que compartir la alegría que le aguardaba. Es por ello que la elección del candidato a padre perfecto fue una fría comparación de cualidades físicas y psíquicas entre varios pretendientes. Sin sentimientos que pudieran hacerle escoger a un espécimen que no fuera el adecuado.

Su segunda vida comenzó con el milagro de ser madre. Una vida plena que compartió casi absolutamente con su hijo. Fue una madre comprensiva y firme cuando tenía que serlo. Amable y amante de su hijo, lo acompañó alentando sus sueños y animándolo en sus fracasos. Le habló de su primera vida, de cómo ella nació también junto a él, de las dos infancias entrelazándose cada día y aprendiendo juntas a dar sus primeros pasos. Zoe era feliz en aquella vida, en aquella piel de madre. Una vida que se prometía larga y radiante, colmada de alegrías.

Hoy hace un año que comenzó su tercera vida con la muerte de su hijo y su sonrisa, en un trágico accidente. Aún no asume su nueva vida; como un recién nacido, no tiene conciencia del tiempo ni del espacio, sólo vaga por el mundo como un espíritu perdido en las sombras. Su única esperanza es la cuarta vida que de seguro le aguarda con su propia muerte. Ansía el final de su tercera vida y de aquella de treintaidós años que para los ajenos aún continúa.

Pese a la desgracia de saberse muerta en vida un atisbo de esperanza parece resurgir en su mente.

Recordando lo que le decía a su hijo, se dice convencida que hasta llegar al lecho de muerte una vida no acaba. Si alguien lo sabe es ella. Ha nacido y muerto en varias ocasiones y de seguro otras vidas le aguardan al final de esta tercera. Con la decisión de nacer de nuevo con su segundo hijo, sale en busca de algún hombre sano, inteligente y divertido que la mate para poder resucitar dentro de nueve meses.

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