lunes, 26 de noviembre de 2018

“Chocolatinas” (Marcos de Manuel)

A pesar de las horribles pesadillas que le auguró su madre, Zoe se comió las dos últimas chocolatinas antes de irse a la cama. Justo después de cepillarse los dientes, se puso el pijama y, tras una última sonrisa al poster del cantante de moda que colgaba encima de la cabecera de su cama, se dispuso a acostarse esperando una nueva jornada de vacaciones estivales al día siguiente. Los primeros retortijones en absoluto asustaron a Zoe, pero sí le crearon cierta desazón que le impedía conciliar el sueño. Aquella intranquilidad física no hizo más que acrecentarse cuando las sombras de la habitación comenzaron a mostrarse amenazantes, cargadas por la tenue luz de una Luna de verano que se colaba indiscreta por la ventana de la habitación. Creaban figuras que parecían moverse arrinconándola en la habitación, acrecentándose todo por el malestar que le creaba un estómago que parecía no querer dejar de quejarse.
“Ya no soy una niña, tengo nueve años y medio, casi diez” y “dos cifras, eso es, dos cifras” eran las frases que Zoe no dejaba de repetirse para tratar de calmarse. Aparte de esto último, su único remedio había sido meterse completamente debajo de las sábanas, porque aún no representando una defensa efectiva en caso de que aquellos terroríficos monstruos decidieran atacarle, sí que evitaba que los viera.
Si aquellas criaturas, que en realidad no eran más que sombras desafortunadas, hubiesen mirado hacia la cama no verían más que una crisálida de tela que albergaba a una pequeña mariposa aterrada. Lo que no podrían ver es a una niña asustada que en aquel instante estaba a punto de dormir de puro agotamiento, siendo este estado en el que la imaginación se libera para engañarnos con mayor efectividad, vagando entre la realidad y la ficción. Al quedarse dormida el dolor físico no tuvo más remedio que desaparecer de su consciente, decidiendo transformarse en pesadilla y tomar la forma de una polilla de dimensiones gigantescas que generaba un ruido ensordecedor. Dicha escena inspiraba en la niña un terror descomunal, completamente irracional, que le paralizaba los músculos sin dar tregua. Ante esto Zoe despertó de un salto coincidiendo con un dolor de tripa que parecía querer compensar todo el tiempo que había estado durmiendo.
Casi como un acto reflejo encendió la luz, aún medio aturdida, descubriendo que los monstruos que le habían asustado se habían marchado. A pesar de esto corrió directa a la habitación de sus padres pues no podía arriesgarse a que volvieran de nuevo aquellas criaturas, y subiéndose a la cama desde los pies de ésta se metió entre sus padres abrazándose a su madre. Finalmente se tranquilizó pensando que al fin y al cabo ella aún no tenía edad de dos cifras, pero que cada uno de sus padres sí que la tenían, sumando entre los dos cuatro cifras, por lo que el miedo acabó desapareciendo completamente. Una vez el estómago había hecho su trabajo se quedó profundamente dormida repitiéndose una frase: “Seguro que con ellos no se atreverán”.

lunes, 19 de noviembre de 2018

“Las vidas de Zoe” (Marcos de Manuel)

A los ojos del mundo Zoe tenía treintaidós años de edad, pero ella siempre había sentido su existencia como una amalgama de vidas distintas con sus pequeñas muertes incluidas.

La primera de ellas abarca desde su nacimiento hasta que vino al mundo su único hijo. Fue la muerte más dulce que haya podido imaginar; un final con sonrisa en los labios. Había tenido una infancia feliz. Desde que finalizó su adolescencia había sentido la necesidad de ser madre; tenía la sensación de haber nacido para ello. Por lo que, en cuanto tuvo ocasión y seleccionó al hombre adecuado, encaminó su vida hacia la maternidad. Desde que despertó su instinto maternal sabía que sería madre soltera; no quería a alguien con el que tener que compartir la alegría que le aguardaba. Es por ello que la elección del candidato a padre perfecto fue una fría comparación de cualidades físicas y psíquicas entre varios pretendientes. Sin sentimientos que pudieran hacerle escoger a un espécimen que no fuera el adecuado.

Su segunda vida comenzó con el milagro de ser madre. Una vida plena que compartió casi absolutamente con su hijo. Fue una madre comprensiva y firme cuando tenía que serlo. Amable y amante de su hijo, lo acompañó alentando sus sueños y animándolo en sus fracasos. Le habló de su primera vida, de cómo ella nació también junto a él, de las dos infancias entrelazándose cada día y aprendiendo juntas a dar sus primeros pasos. Zoe era feliz en aquella vida, en aquella piel de madre. Una vida que se prometía larga y radiante, colmada de alegrías.

Hoy hace un año que comenzó su tercera vida con la muerte de su hijo y su sonrisa, en un trágico accidente. Aún no asume su nueva vida; como un recién nacido, no tiene conciencia del tiempo ni del espacio, sólo vaga por el mundo como un espíritu perdido en las sombras. Su única esperanza es la cuarta vida que de seguro le aguarda con su propia muerte. Ansía el final de su tercera vida y de aquella de treintaidós años que para los ajenos aún continúa.

Pese a la desgracia de saberse muerta en vida un atisbo de esperanza parece resurgir en su mente.

Recordando lo que le decía a su hijo, se dice convencida que hasta llegar al lecho de muerte una vida no acaba. Si alguien lo sabe es ella. Ha nacido y muerto en varias ocasiones y de seguro otras vidas le aguardan al final de esta tercera. Con la decisión de nacer de nuevo con su segundo hijo, sale en busca de algún hombre sano, inteligente y divertido que la mate para poder resucitar dentro de nueve meses.

martes, 13 de noviembre de 2018

PREPOSICIONES (Úrsula Duarte)

A las siempre y pico pasadas
Ante tu deseo y mi nula compostura
Bajo mi vestido azul denim
Cabe mucha imaginación y ninguna costura
Con ganas de (im)presionarme
Contra la pared y tú
De recorrer el corto camino
Desde mi rodilla sin llegar a la cintura.
En vertical todo recto
Entre tus manos, mis labios
Hacia la puta locura
Para…
Por dios, para, para, para…
Según
Sí, sigue, sí… no, para
que llego al final de tus intenciones
y no termino…
las preposiciones.

lunes, 5 de noviembre de 2018

ANTOLOXÍA POÉTICA PARA ADOLESCENTES. RECONTANDO. De como os contos teñen moito conto (Darío Novas)

PARTE I : DO FEMININO


1
Curso básico de vasoira
As vasoiras según e como
En vertical
se queres ser Cincenta
En horizontal e a carranchapernas
teñen mala prensa
pero permítenche voar
Se non arriscas non che saen ás


2
A bela insomne
Tomo demasiado café
para ser princesa
Imposible durmir
e agardar cen anos a que me salven

3
As raiñas do TikTok
As raiñas do TikTok
bailan frenéticamente
diante do espello
ofrecendo bicos e embigos
Espelliño, espelliño
quen é a máis fermosa da rede ?


4
Os lobos
E nós confiando
en canto hai de sólido
Alguén esqueceu dicirnos
que os lobos son quen
de derrrubar as casas de ladrillo
cando van en manada


5
Selfie
Devota da pedicura
Rebento armarios
Destapo embigos
Anuncio lentes
Bailo o son que me ditan
Presa das tendencias
Atea nas crenzas
Que será o seguinte
probar zapatiños de cristal ?


6
Conto de medo ou de como o lobo cambia de táctica
Estás en liña
E non contestasss
Díxolle o lobo a Carrapuchiña
Contesta xa!
Contesta
Contesta
(….) omitimos o insulto


7
Finais felices
Picarse no fuso da roca
ata que abrolle o sangue
mentres o príncipe sae ileso
E todo para que o conto
teña un final feliz